martes, 4 de noviembre de 2014

EDUCAR CON PSICOLOGÍA

La conducta se aprende desde los primeros momentos de la vida del niño, y el conocer a tiempo las leyes que rigen este aprendizaje nos permitirá educar mejor al niño y evitar problemas que puedan influir negativamente en su desarrollo personal.


Partimos de la idea central de que los padres tienen una gran influencia en el comportamiento de sus hijos y que este comportamiento es aprendido y puede modificarse. Inicialmente, es importante que se tenga en cuenta qué conductas estamos reforzando y cuáles no, y si las conductas que reforzamos son las adecuadas. En este sentido, cualquier reacción por parte de los padres durante o inmediatamente después de cualquier conducta de su hijo, la refuerza: ya sea prestándole atención para alabarle o para regañarle.

Cuando el niño realiza una conducta inadecuada, si no le prestamos ningún tipo de atención estaremos contribuyendo a que abandone esa conducta. Por el contrario, si queremos que realice más frecuentemente una determinada conducta deberemos reforzar su acción por medio de nuestra atención, alabanzas, palabras de ánimo, caricias, etc. En conclusión, una conducta se mantiene o desaparece según los efectos o consecuencias que se obtengan tras su realización.

Cualquier reacción por parte de los padres y personas del entorno del niño, durante o inmediatamente después de cualquier conducta que éste realice, la refuerza: tanto la alabanza para premiarle, como la reprimenda para intentar corregirle.

Para finalizar, podríamos señalar unas reglas básicas a recordar, resumen de un programa de entrenamiento para padres o “Escuela de Padres”:
  • Cuanto más se retrase una recompensa, menor será su efecto.
  • La recompensa debe facilitarse después de que se haya realizado la conducta adecuada y nunca antes.
  • No olvide premiar cualquier progreso o esfuerzo del niño por pequeño que parezca.
  • No añada una crítica a una recompensa para que esta no se convierta en un castigo.
  • Recuerde que nunca se debe premiar la conducta que se desea extinguir.
  • Observe a su hijo/a para determinar qué recompensas resultan más efectivas.
  • No sea "tacaño/a" a la hora de recompensar al niño/a.
  • Evite, siempre que sea posible, los refuerzos a muy largo plazo.

 
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